“Pero, ¿por qué mientes?” No es la primera vez que oigo a mi alrededor alguna madre o algún padre con hijos entre los 2 años y medio y los 5 años aproximadamente hacerle esta pregunta a sus hijos cuando responden de manera incorrecta a una pregunta que les hemos hecho o nos cuentan una historieta sobre sus andanzas en la escuelita, en el parque o cualquier otro escenario en el que transcurra su vida.
Pero, ¿es cierto que a esta edad los niños y niñas mientan? Esta pregunta sólo podremos responderla según cuál sea nuestra concepción sobre la mentira. Si para nosotros mentir significa falsear la verdad, entonces la respuesta será afirmativa. Pero si en nuestra definición incluimos la intención de engaño como aspecto imprescindible para poder elaborar una mentira, entonces la respuesta será negativa. Aunque algunos autores consideran el tipo de locuciones que describíamos arriba como una pseudomentira, otros cuantos defendemos que los niños y niñas hasta edades más tardías no tienen la capacidad de mentir, es decir, no mienten. Hasta los 5-6 años la fantasía se mezcla con la realidad, e incluso hasta más tarde muchos niños y niñas todavía no saben diferenciar bien entre el mundo real y el mundo fantástico. Para ellos todavía pueden existir los monstruos debajo de su cama o en el armario, creen en los Reyes Magos y/o Papá Noel, etc. Durante esta etapa el niño o niña está todavía en un periodo más egocentrista, es más impulsivo, está centrado en el momento, no tiene en cuenta las consecuencias, etc. El pensamiento intuitivo durante estos años está muy centrado en el yo, pero poco a poco empieza a tener una mayor conciencia de su exterior, y la imagen y concepto de uno mismo se empieza a desarrollar en cuanto a sus experiencias afectivas y sociales. Durante estos años no nos debe preocupar si oímos a los más peques de la casa diciendo que su padre es “Messi” o “Cristiano Ronaldo”, ¿a qué niño no le gustaría que esto fuese así? No nos debe preocupar siempre y cuando esta afirmación no tengan ningún tipo de intencionalidad y sólo sean fruto de la imaginación, el juego y la fantasía. Pero antes de despreocuparnos del todo, a partir de los cinco años aproximadamente, debemos cerciorarnos de si la causa o intención de esta mentira es la protección de la autoestima.
El concepto que uno tiene sobre sí mismo es lo que modela nuestra autoestima. Aunque este autoconcepto se va construyendo durante toda nuestra vida, es muy importante que desde la primera infancia favorezcamos una buena autoestima en los más pequeños. La manera de enfrentarse a las situaciones, a los nuevos aprendizajes, a la vida social, etc., en parte estará determinada por el concepto que tiene de sí mismo y su autoestima, y a su vez, la experiencia y la vivencia ante las distintas situaciones de su vida tendrán un fuerte impacto en su autoestima y autoconcepto. Y cómo podemos reconocer a un niño con baja autoestima, se preguntarán. Gervilla (2000) describe así las características que definen a un niño/a con poca autoestima:
  • evitará las situaciones que le provoquen ansiedad,
  • despreciará sus habilidades,
  • sentirá que el resto no le valoran,
  • echarála culpa de sus problemas a los demás,
  • se dejará influir por otros con facilidad,
  • se pondrá a la defensiva y se frustrará fácilmente,
  • se sentirá impotente,
  • aparecerá como mentiroso ya que mentirá para ocultar su debilidad.